Por: Miss Betty Campos
El trabajo emocional de un padre, un maestro, o un tutor no es fácil.
Ver a los niños luchar con tareas exigentes que los hacen llorar o gruñir de frustración a veces nos hace sentir mal.
Los niños están aprendiendo nuevas habilidades en su viaje acelerado hacia la independencia y, a veces, la mejor ayuda que se puede brindar es no involucrarse.
Siempre es importante brindarles ayuda si primero ellos intentan ayudarse a sí mismos.
Si bien puede ser difícil, es increíblemente importante darles a los niños el espacio que quieren y necesitan para resolver sus sentimientos por sí mismos.
En ocasiones deseamos mejorar las cosas o las situaciones en las vidas de los niños. Deseamos que siempre se sientan seguros. Pero ninguna persona está obligada a estar siempre cómoda. Las personas no necesitan ser reparadas; necesitamos que nos permitan sentir.
La capacidad para adaptarse a las situaciones adversas nace de la incomodidad y, aunque no queremos que nuestros niños sufran, queremos que sepan cómo autorregularse durante los momentos estresantes.
Que tengan la confianza para creer que pueden sentarse con grandes sentimientos.
Que sepan que pueden moverse a través de ellos, que tienen todo el derecho de hacer esto por su cuenta.