Por: Any de Silva
¿Qué son los muñecos u objetos de apego?
El muñeco o trapito de apego es aquel objeto especial para el bebé, indispensable a la hora de dormir o cuando necesita consuelo y que, de alguna manera, representa a la mamá, dándole seguridad.
Este suele aparecer entre los 7 u 8 meses que es cuando el bebé empieza a formarse como independiente de su mamá.
El término lo introdujo por primera vez el pediatra y psicoanalista inglés, Donald Winnicott, como una forma de definir la primera posesión no-yo del bebé.
Estas son las características que presenta el objeto transicional:
- El niño lo elige arbitrariamente, es decir, el objeto de apego no puede ser impuesto. Quizá nos parezca que el peluche elegido no es el más bonito ni el más llamativo que tiene nuestro peque, pero por alguna razón él lo ha elegido y pasará a convertirse en su preferido.
- Tiene un olor especial. Debido a su manipulación (el bebé lo muerde, babea, arrastra, lo abraza, duerme con él) ese objeto tiene un olor particular, por lo que se recomienda no lavarlo para no borrar su huella. Si tuviera que hacerse es recomendable que el niño no lo vea, pues puede resultar impactante para él ver su objeto de apego dentro de la lavadora.
- No se puede sustituir. Si el niño pierde su objeto de apego sentirá una profunda tristeza, y por mucho que nos empeñemos en buscar sustituto no lo conseguiremos. Y es que el objeto transicional no puede cambiarse por otro, a no ser que sea el propio niño quien decida sustituirlo.
- Es un compañero fiel y el niño no se separa de él. Lo lleva a la guardería, de paseo, a la cama, en el coche… Permanece siempre a la vista y al alcance del niño.
¿Qué pasa si mi hijo no adopta un muñeco de apego?
No es imprescindible que el niño tenga un objeto transicional. Muchos, de hecho, no llegan a necesitarlo. Es importante comprender que es completamente sano y natural tanto tener un objeto de apego como no tenerlo, y forma parte de un proceso de evolución y maduración. Por lo que no hay que forzar al bebé ni a adoptarlo ni tampoco a desprenderse de él. No es ni bueno ni malo, solo una fase natural del desarrollo.